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Recordando a Alain A. Cerf

Alain A. Cerf falleció plácidamente mientras dormía en la madrugada del 7 de agosto de 2024, a la edad de 90 años. Le sobreviven su mujer, Elisabeth Cerf, que llevaba 65 años con él, sus dos hijos, cuatro nietos y tres bisnietos.


Nacido en París en 1934, Alain tenía una mente inquisitiva y sed de conocimiento, lo que le valió una plaza en el prestigioso Liceo Henri IV, en el corazón de la ciudad. Allí destacó entre sus compañeros franceses en literatura, matemáticas, ingeniería y filosofía, entre otras materias. Muchos de sus compañeros se convirtieron en figuras conocidas de la sociedad francesa. Durante sus estudios, Alain recibió una beca para estudiar las presas hidráulicas, lo que le llevó a hacer autostop de Francia a Brasil y viceversa.



Alain conoció a Elisabeth en un crucero a Grecia, regalo de sus padres. Elisabeth, de padre siciliano y madre francesa, se trasladó con Alain a la campiña francesa, lejos de París, donde tuvieron dos hijos gemelos y fundaron una empresa innovadora que fabricaba equipos para agrupar productos de consumo. Alain demostró ser un ingeniero extraordinario, recibió numerosas patentes y siempre desafió el statu quo, cuestionándose constantemente el porqué y sin aceptar nunca un no por respuesta.


Mientras construía su extraordinaria empresa, Polypack Inc, Alain seguía siendo un aventurero. Condujo de Francia a la India y volvió no una, sino dos veces, y viajó por todo el mundo mientras abría plantas en varios países europeos. Su último sueño era llevar a su familia a Estados Unidos. En el mismo coche que les había llevado a la India, la familia viajó a Génova (Italia) y embarcó en el buque Michelangelo con destino a Nueva York. Tras pasar por la Estatua de la Libertad, Alain se dirigió a Tampa (Florida). A los pocos días de llegar a Florida, Alain declaró, "El año que viene abriremos aquí una fábrica". Fiel a su palabra, compró la casa en la que vivieron 51 años y estableció sus operaciones en Estados Unidos.


Alain, un auténtico hombre del Renacimiento, sentía pasión por la música, el arte, la arquitectura, los automóviles y la astronomía al más alto nivel. Emprendió muchos proyectos notables, desde reconstruir el primer vehículo autopropulsado de la historia, el Fardier de Cugnot, escribir libros, hasta fundar el Tampa Bay Automobile Museum.


Cuando se refirieron a él como mecenas de las artes, respondió humildemente, "No soy un mecenas; simplemente disfruto de las artes".


El legado de Alain perdurará durante mucho tiempo en Tampa Bay, donde reside toda su familia y sigue participando activamente en su querida comunidad.


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